Me siento como una bole de pelo de gato desechada en la banqueta esperando el pisotón que me adhiera a la suela del zapato que me llevará a colonias lejanas.
Tarantella
jueves, enero 30, 2025
sábado, enero 11, 2025
Vuelve vuelve primavera
Si ahorita me devolviera sobre mis pasos regresaría por calle Cumbres hasta la plaza de Etiopía, donde el espacio público estaba tomado por bailarines de Rock & Roll, su ánimo contrastaba fuerte con el sonido de los motores del metrobús Xola, pero los que de allí bajaban o transitaban se paraban poquito–como yo–ante la sorpresa de la música. Estuve un par de momentos: el de hoy y el de aquella vez que vimos bailar a una muchacha cuya singularidad nos recordaba a K, aunque esa vez era música más estridente y la de hoy eran de personas en el invierno de sus vidas, sentí entonces que tu ausencia me acercaba más a ellos, a su invierno, pero sin su vitalidad y virtuosismo de bailarines. Sentí que estoy en el fin de mi otoño, si es que la vida puede fragmentarse en estaciones como la música de Vivaldi o las de los meteorólogos o las cabañuelas de mis abuelos. Una señora con un celular se me acercó y me dijo que pasara a bailar, yo le dije que traía panza de menú y ella sonrió y me dijo que bailando se me bajaba. Intenté con mis rodillas tiesas danzar al ritmo del Gato Loco le patina el coco, al de ahí viene La Plaga, al ritmo de ellos tan felices y tan sabios. Una mujer de pelo rojizo como un zorro me tomó de la mano y me dijo baila así así y así. Era muy bella, intrépida, ágil. Sus movimientos tan femeninos desarmaban mi hermetismo y en algún momento sonreí. Fue extraño porque daba vueltas y cerraba los ojos y pensaba en tu baile y cerraba más mis ojos y bailabas para mí como esa vez con Manuel Antonio Daniel Boaventura. Y al pensar en tu baile el pensar en tu sonrisa en tu ojos mirándome pude ayudarme a vivir.
jueves, enero 09, 2025
Mantra
"la pérdida de una persona podía desdoblarnos a nosotros los vivos, multiplicarnos."
sábado, septiembre 23, 2023
Equinoccio
Destellos que se llevan la ausencia insoportable.
Pies calientes de caminar.
Al poniente está el otoño.
¿Dónde extravié los puntos de tu silueta?
No lo sé, las horas pueden ser tediosas hasta que se cuela una mariposa.
Conocí a un vagabundo en División, trabajó en “guardias presidenciales” y dijo: “ayúdame a cruzar la calle”.
“Ayúdame a cruzar la calle”.
Cómo puede algo trivial ser tan riesgoso.
La luz ámbar y el ruido de las motos me apabullan.
Sueño con perros negros que van a mi funeral.
El silbido.
El cielo.
Las poquísimas nubes.
He bebido más de cincuenta mil vasos de agua en 43 años
y aún tengo sed.
martes, marzo 28, 2023
Second Chances
Para Roma siempre siempre.
viernes, marzo 03, 2023
You've got a friend
martes, febrero 28, 2023
Trolebús
Si el amor es pasajero yo soy autobús.
Jaime López.
Hay muchas excepciones, pero cuando he viajado de madrugada encuentro personas más generosas con el otro. Amistosos te miran al abordar uno de los pocos trolebuses que recorren la ruta de veinticuatro horas. Y uno trata de ser recíproco entre tantos. Apretados pero fraternales parece que hemos tenido la fortuna de no quedarnos abandonados en las calles y hacer una caminata que a esas horas es un deporte extremo. Yo tengo el privilegio de habitar la Narvarte, de caminarla siempre en una suerte de subrayarla en el día a día, comer en sus taquerías o demorarme en sus exiguos parques; pero algunos, ya sea hacia al sur o al norte, para llegar a su madriguera desgastaran todavía más la suela de sus zapatos. Ojalá hubiera un transporte que rodeara la ciudad: encorvando el Eje Central, provocando cercanías y no estar atenidos a usar un DiDi. De San Juan de Letrán a Cumbres de Maltrata son poquísimas estaciones. La velocidad del traslado anticipa los arrullos de cama, las sábanas desdobladas y miro la ciudad a través del marco de las ventanas, atravesadas por los gestos y conversaciones de las personas. The World is quiet. Atravesamos Salto del Agua y recuerdo cuando compramos el televisor Hitachi en un desparecido Viana, en cómo la subimos a un taxi para llevarla a casa; en los huevos picosos que servían en el Vips que también estaba en ese cruce de caminos: lugares que ahora forman parte de la escayola de la ciudad que se desecha. No añoro esos sitios sólo siento que colapsan la urdimbre de mi memoria. Donde hay una van dos, donde hay dos van tres, donde hay tres van cien, siempre habrá un millón…—canta Jaime López.